La mantequilla de avellana es otra de las 11 mantequillas que Casca Rija creó.
Independientemente del fruto seco que sirva de inspiración para una mantequilla, mantenemos inalterado nuestro proceso de producción, siguiendo etapas simples pero exigentes: tostado, selección, molienda y aromatización.
1º - Tal como ocurre con otras mantequillas, en la mantequilla de avellana, siempre comenzamos por el tostado, etapa crucial que se realiza sin el uso de aditivos. Las avellanas se tuestan delicadamente de forma natural hasta alcanzar el punto ideal.
2º - Después de enfriadas, una máquina especialmente creada para el efecto retira las pieles características de las avellanas. Este proceso también se realizaba manualmente en una fase inicial de Casca Rija.
3º - Tras retirar las pieles de las avellanas tostadas, todas las avellanas son seleccionadas para que solo las mejores sean utilizadas en los paquetes designados como "Avellana Tostada" y en la mantequilla de avellana.
4º - La cuarta etapa de producción consiste en transformar las avellanas tostadas hasta obtener una consistencia cremosa y aterciopelada. Este es el proceso de producción más complicado de todas nuestras mantequillas de frutos secos, debido al alto contenido de aceite que las avellanas contienen naturalmente.
Tal como ocurre con casi todas nuestras mantequillas de frutos secos, se añade un poco de especias exóticas (canela de Ceilán en polvo y jengibre deshidratado en polvo), asegurando siempre que su sabor no se sobreponga al sabor único de la avellana. La suavidad y dulzura de la canela de Ceilán en polvo y la intensidad ligeramente picante del jengibre deshidratado en polvo proporcionan un resultado aromático, sin nunca sobrepasar el sabor de la avellana. El resultado es una crema aromática y sedosa, que revela, en cada cucharada, el sabor único de nuestra mantequilla de avellana; un sabor inconfundible que sin duda superará las expectativas de todos los amantes de este fruto seco.